Nuestro enfoque determinará el nivel de satisfacción que tendremos en la vida. Quienes se mantienen jóvenes de espíritu buscan siempre evidencias de las maneras como el Todopoderoso les está ayudando, amando y guiando. Sin esta perspectiva, los problemas de la vida pueden pasar a un primer plano, y causar desánimo.
También podemos envejecernos cuando llevamos cargas que no nos corresponden. Jesucristo invita a los trabajados y cargados a venir a Él para encontrar descanso (Mt 11.28-30). Él quiere que estemos bajo su yugo y le permitamos llevar nuestra carga de cuidados y preocupaciones. Nuestro Salvador tiene una solución para cada carga, y quiere ayudarnos a ponerlas en Él.
¿Qué carga tiene usted que está envejeciendo su cuerpo, su alma y su espíritu? Ponga en práctica las soluciones del Señor Jesús: si es un espíritu amargado e inflexible, perdone; si es culpa, reconózcala y arrepiéntase; si es remordimiento por un pecado del pasado, crea que Cristo ya le ha perdonado; y si es ansiedad, désela a Dios, porque Él tiene cuidado de usted (1 P 5.7).
Mantenerse joven comienza en la mente. Nunca deje de escuchar al Padre celestial o de aprender de su Palabra. Sea agradecido, siga riendo, y regocíjese en su Señor. Pero, por encima de todo, siga creyendo en el Él y amándole con todo su corazón.
Piense en el poder de Dios como un río que corre por un terreno montañoso. Podemos caminar, resoplando y sudando, a lo largo del sendero, o simplemente podemos dejarnos llevar tranquilamente por el agua. No tendremos que gastar energías, porque la corriente nos llevará directamente a nuestro destino.
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