jueves, 30 de abril de 2015

Dios nos ama incondicionalmente.

La sabiduría de lo alto puede definirse como la capacidad de ver las cosas de la manera que el Señor las ve, y actuar de acuerdo con sus preceptos. Uno de los grandes beneficios de esta manera de pensar es la paz. Por lo general, cuando la vida transcurre sin problemas y todo está bien con nosotros y nuestros seres queridos, nos resulta fácil sentirnos satisfechos. Pero, normalmente, cuando las situaciones se vuelven difíciles, la perspectiva.

Para ver una circunstancia difícil desde la perspectiva del Señor, tenemos que contemplarla dentro de los límites de su carácter y sus atributos. Aun cuando los pormenores de la vida están más allá de nuestro control, Aquél que gobierna al universo sigue siendo el soberano sobre todas las cosas "hasta de los detalles más pequeños". Él nos ama incondicionalmente y siempre actúa para darnos lo mejor. Por tanto, si Él ha permitido una situación, es porque el resultado será para nuestro bien y para la gloria de Él. (Romanos 8:36,37,38)a de Dios se nos escapa, y nuestra paz es sustituida rápidamente por estrés, ansiedad y temor.

Esta sabia perspectiva dará lugar a una santa respuesta —fe y confianza plenas en el Señor, a pesar de cualquier sufrimiento o dificultad. Gracias a que el Espíritu mora en nosotros, tenemos la seguridad de que Él es más que suficiente para lo que nos sobrevenga, lo que significa que somos competentes en Él.

Cuando dificultad le golpee, mantenga su mirada puesta en Dios. Al ver cada situación a través de los ojos del Señor, el estrés desaparecerá, la ansiedad será reemplazada por paz, y la confianza en el Señor acallará sus temores.


Manuel Corona


Que el enojo no te controle.

Permitir que el enojo nos controle y nos lleve a pecar, es un acto de inmadurez espiritual. Hoy el Señor te bendecirá con dominio propio para que puedas mantener la calma en momentos de tensión.



En Efesios 4:25 dice (NTV): “no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo”. Y en el versículo 31, agrega: “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta”. El enojo, la ira o la furia son de las emociones más cotidianas y destructivas. La biblia nos advierte que mantener el enojo en el corazón, le da lugar al diablo para actuar en nosotros. Las personas que se enojan fácilmente carecen de templanza y dominio propio. Que alquilen tenga una mala actitud con nosotros o que algo injusto nos enoje, no es un pecado, pero al enojarnos debemos recordar que un eso no nos debe llevar al insulto, a la ofensa, ni a palabras destructivas. Podemos hablar o reprender a alguien por su mala acción, pero no hay necesidad de humillarlo, ni destruirlo con nuestras palabras. Debemos tocar el punto en conflicto y evitar añadir violencia, para no producir problemas mayores. No descontrolarse es la clave para no pecar. Es necesario tener un momento de apaciguar la emoción, pedir ayuda a Dios y pensar claramente. Dejemos las cosas injustas en manos del Señor, y no tomemos venganza con ira ni mano propia.

Oremos de esta forma: “Dios Padre, te pido que se manifieste en mí, el dominio propio para que el enojo no domine mi vida. Renuncio a la ira, el descontrol, la furia y la violencia física y verbal. Te pido perdón si he lastimado a otros. Declaro que por el Espíritu Santo venceré al enojo en el nombre de Jesús. ¡Amén!. 

Por Esteban Correa

miércoles, 29 de abril de 2015

Cristo desea tener una relación personal.




Es una tragedia que tantas personas pasen la vida sin llegar a conocer ni relacionarse con su Creador. Pasar por alto esa relación es perder el mayor privilegio que existe: conocer a Dios. Pero incluso los creyentes pueden desestimar el honor de conocer a Cristo más íntimamente.

La pasión del apóstol Pablo por conocer a Dios lo llevó a considerar todo lo demás como basura. Aunque existen creyentes que han aceptado a Cristo como Salvador, le sirven y confían en que estarán con Él en el cielo, no necesariamente tienen el anhelo de conocerlo íntimamente. ¿Cómo podemos conformarnos con ser salvos y tener tan poco interés en una relación tan especial? Buscar a Cristo con pasión requiere sacrificio ­—pasar tiempo con el Señor, rendirle nuestra voluntad y conocerle por medio del sufrimiento. Aunque la salvación es un regalo, la intimidad con Dios es una práctica costosa, pero las recompensas son extraordinarias, invalorables y eternas.



El mundo nos inunda con cosas que nos distraen y que pueden ocupar nuestra mente y corazón, haciéndonos indiferentes al cultivo de una relación más profunda con Cristo. Algunas personas, incluso, en vez de buscar conocer a Cristo por medio de una relación, prefieren conocer hechos en cuanto a Él.


Cristo desea tener una relación personal con usted más de lo que usted se imagina. Busquelo, no se arrepentirá de haber recibido su amor.

Manuel Corona

lunes, 27 de abril de 2015

¿Que significa envejecer?




Nuestro enfoque determinará el nivel de satisfacción que tendremos en la vida. Quienes se mantienen jóvenes de espíritu buscan siempre evidencias de las maneras como el Todopoderoso les está ayudando, amando y guiando. Sin esta perspectiva, los problemas de la vida pueden pasar a un primer plano, y causar desánimo.


También podemos envejecernos cuando llevamos cargas que no nos corresponden. Jesucristo invita a los trabajados y cargados a venir a Él para encontrar descanso (Mt 11.28-30). Él quiere que estemos bajo su yugo y le permitamos llevar nuestra carga de cuidados y preocupaciones. Nuestro Salvador tiene una solución para cada carga, y quiere ayudarnos a ponerlas en Él.

¿Qué carga tiene usted que está envejeciendo su cuerpo, su alma y su espíritu? Ponga en práctica las soluciones del Señor Jesús: si es un espíritu amargado e inflexible, perdone; si es culpa, reconózcala y arrepiéntase; si es remordimiento por un pecado del pasado, crea que Cristo ya le ha perdonado; y si es ansiedad, désela a Dios, porque Él tiene cuidado de usted (1 P 5.7).

Mantenerse joven comienza en la mente. Nunca deje de escuchar al Padre celestial o de aprender de su Palabra. Sea agradecido, siga riendo, y regocíjese en su Señor. Pero, por encima de todo, siga creyendo en el Él y amándole con todo su corazón.


Piense en el poder de Dios como un río que corre por un terreno montañoso. Podemos caminar, resoplando y sudando, a lo largo del sendero, o simplemente podemos dejarnos llevar tranquilamente por el agua. No tendremos que gastar energías, porque la corriente nos llevará directamente a nuestro destino.

Manuel corona



jueves, 9 de abril de 2015

LA ELECCIÓN DEL UNGIDO



I. El tiempo de la elección del ungido

En 1 Samuel 16:5 leemos: “El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio”.
Cuando el profeta Samuel llegó a Belén, su presencia causó miedo. La llegada de los profetas era siempre un momento de preocupación, principalmente cuando se trasladaba fuera de su territorio profético. A eso se debe la pregunta de los ancianos de Belén: “¿Es pacífica tu venida?” (16:4).


II. La obediencia en la elección del ungido

Un tremendo desfile de jóvenes apuestos y capacitados ante el juicio humano pasaron delante del profeta Samuel. Todos hijos de Isaí. Siete en total; el número del complemento. Pero ninguno de ellos, aunque con razones válidas externamente, tenía la calificación interna para ser el ungido de Dios (1 S. 16:8–9). Con siete no se completaba la voluntad de Dios, sino con ocho.


Ya la Dios le había dado especificaciones a Samuel en la elección del ungido: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 S. 16:7).

III. La confirmación en la elección del ungido

La apariencia de David se describe así: “y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer” (1 S. 16:12). La mirada y la apariencia de David son señaladas; físicamente describían al ungido David, pero espiritualmente señalan dos cualidades que deben tener los ungidos.
Veamos, el ungido es elegido y seleccionado por las cualidades de su apariencia y su visión. De David leemos: “y era rubio”. Otra versión traduce “sonrosado”, al igual que en Cantares 5:10, y no es una alusión al pelo sino a la piel.
Denota un estado más bien de salud. El ungido debe gozar de una buena salud espiritual y emocional. Creyentes con cargas, bajo presiones, deprimidos, rencorosos, angustiados, enojados… muchas veces transmiten esa clase de espíritu en sus ministerios, enseñanzas y prédicas. Lo que ellos mismos están sintiendo es lo que muchas veces proyectan a otros. Sus palabras son “catarsis” emocionales. Predican con ira y promueven las contiendas y la rebelión.
La visión del ungido llama la atención de los demás. No mira como los demás y ve más allá que los demás. El visionario mira las cosas como las ve Dios.
El ungido se distingue por su “buen parecer”. Espiritualmente este “buen parecer” habla de una vida transformada. Personas cambiadas por el poder transformador de Jesús de Nazaret, serán las que cambiarán familias, ciudades y naciones. Un estilo de vida diferente es la más poderosa predicación que cualquiera puede ministrar


Conclusión

(1) El que desea ser elegido como ungido para Dios, tiene que ser paciente y esperar el tiempo de Dios. (2) Tiene que ser obediente a los que Dios le ha puesto como autoridades espirituales. (3) Debe poseer una visión de Dios y un estilo de vida que muestre a un Dios que cambia.


Nota: si deseas saber mas sobre el pastor Tranquilino Estrada dale click a el link en su nombre te llevará a su pagina de facebook, ahi puedes contactarlo y mandarle un mensaje. Bendiciones!
Sigamos extendiendo el reino de Dios